jueves, 5 de marzo de 2009

Artesanos de Buena Cepa

Yo creo que guardadas las proporciones, las herramientas Craftsman son a los hobbistas del bricolaje lo que las máquinas Harley Davidson a los amantes del camino.

Tal vez en la actualidad ninguna de las dos marcas sea la de mayor resistencia, la más sofisticada o la más funcional. Pero nadie puede negar que ambas fueron creadoras de una tendencia que crece con el tiempo.

De motocicletas yo no sé nada; si acaso que aprendí a no subirme en ellas después de la segunda caída (la segunda vino por aquello de no rendirse a la primera) y antes de la tercera (porque a la tercera es la vencida).

Pero de máquinas y herramientas, como hobbista conozco algo y el tema me apasiona. Se que habemos un grupo de gente latina - con quienes quisiera encontrarme aqui - que crecimos leyendo y releyendo la revista de Mecánica Popular, y ambicionando los talleres que montaban los norteamericanos.


¿Se acuerdan de Rosario Capotosto, el craftsman (artesano) de MP?. Yo dejé de coleccionar la revista cuando él se fue y nadie llenó su lugar.

Los proyectos para el taller casero y los cursos para el manejo preciso y seguro de la herramienta de Capotosto, me regalaron incontables horas de imaginería, particularmente porque, en aquel tiempo, en mi país, no se comercializaban esos artículos, y si alguno llegaba de contrabando adquiría precios que los ponía fuera de mi alcance.

Ahora que la globalización nos ha aproximado trebejos para todos los gustos y bolsillos, ustedes me darán la razón cuando afirmo que las mejores herramientas que poseemos, ni siquiera las hemos usado verdaderamente.

¿Para qué quieres más fierros? - dice mi esposa - ¡Ya no puedes ni moverte adentro de tu cuartito!, ¡Ni siquiera haces algo de provecho con ellos!

Para quien no tiene la manía, es difícil entender por qué sigo codiciando la herramienta; por qué quisiera recuperar aquel torno Atlas que vendí para hacerle espacio al cepillo de 14", y que después, por cierto, también se fue cuando se necesitó algo de dinero.

Ahora tengo casi sesenta años; he montado y vendido mi taller como veinte veces en los últimos 40 años. Cada vez me comprometo a no volver a comprar herramienta hasta que tenga un espacio apropiado para ella. El espacio no lo he conseguido, pero la herramienta sigue llegando, poco a poquito, para irse cuando se tiene que ir. Ahora estoy tratando de ser más selectivo, orientando mi colección hacia la marca Craftsman.

Quizá alguno de ustedes recuerde una caricatura que publicó MP allá por los años 80's. En una joyería muy distinguida, un maitré vestido de etiqueta presentaba en un cojín de terciopelo, una primorosa llave steelson a una pareja acaudalada, en tanto la señora, tocada con abrigo de visón, se inclinaba con su monóculo en la mano para apreciar la calidad de la hechura.

Una exageración, no cabe duda, pero el artículo mencionaba que podía ser más redituable la inversión en herramientas, que en piedras y metales preciosos.

Bueno, pues yo tomé aquello como una verdad de a kilo. Desde entonces, cuando compro una máquina que no puedo permitirme, tranquilizo mi conciencia diciendo que en realidad estoy invirtiendo en una joya que luego puedo vender, lo que de hecho ha resultado cierto.